“Una Noche en la Ópera”
Imagina que estamos hace 50 años. Soy estudiante de posgrado en Washington, DC. En la calle me encuentro con mi amigo, que es el director del departamento de arte dramático de la universidad. Dice que la Ópera de Nueva York va a venir a la ciudad y que está muy emocionado. Le encanta la ópera. Es una de sus formas artísticas favoritas. “¿Te gusta la ópera?,” me pregunta. “Está bien,” le digo, “pero a mi mujer la vuelve loca.”
"Bueno", dice, "están buscando portadores de lanzas". Explica que los portadores de lanzas son las personas que caminan por el escenario disfrazadas, pero no hablan ni cantan. Dice, “no hace falta talento. Creo que tu mujer y tú deberían hacer una audición.”
Así lo hacemos. Ambos conseguimos papeles porque la ropa nos queda bien. Mi primer papel es el de un barrendero que tenía que recoger lo que ensuciaban los caballos vivos en la ópera Carmen. (Si el caballo hace caca en el escenario, yo la recojo. Pero si hace caca en los bastidores, no puedo tocarla. Ese es uno de los trabajos de los tramoyistas. Las normas del sindicato dicen que nadie más puede hacer ninguno de sus trabajos).
Que noche interesante en la Ópera! He necesitado usar mi diccionario para parte del vocabulario.